domingo, 15 de octubre de 2017

LOS UNIVERSOS PARALELOS

Sala: Teatro Español Autor: David Lindsay-Abare (versión de David Serrano) Director: David Serrano Intérpretes: Malena Alterio, Daniel Grao, Carmen Balagué, Belén Cuesta e Itzan Escamilla Duración: 1.50
Información práctica (el enlace inactivo puede significar que la función ya no está en cartel)


Cuesta, Balagué, Alterio y Grao, intentando recomponer los pedazos después de la catástrofe.
Ésta fue mi crítica en la Guía del Ocio:


REGENERACIÓN

David Serrano se ha especializado en la importación de piezas norteamericanas, y ha demostrado tener ojo clínico. Puede parecer fácil esto de seleccionar, pero la cantidad de ladrillos que vemos traducidos demuestra que no lo es. Tras Buena gente, repite ahora con Lindsay-Abare, y acierta otra vez. Como en aquel, en este texto hay poco del meollo de la cuestión, menos aún que en el de Buena gente. La vida cotidiana fluye escena tras escena, la procesión va –casi exclusivamente- por dentro y deja así un amplísimo margen de confianza a los intérpretes, que deben hacer comprender qué está ocurriendo detrás de sus reacciones. Como en aquel, es imprescindible una protagonista femenina a la altura de la exigencia.

    Malena Alterio ha afrontado el retrato de esta madre que ha perdido un hijo (y no hay que asustarse, la función es todo menos lacrimógena) como una formidable composición de equilibrio entre la devastación del dolor y la fuerza regeneradora de los afectos, a los demás y a sí misma: una especie de análisis de la economía de los sentimientos. Estuve en el estreno, cosa que suelo evitar cuidadosamente, y me pareció que falta algún ajuste de tiempos: la escena entre ella y el jovencito, por ejemplo, se dilata en exceso. Supongo que el rodaje limará algunos minutos de aquí y de allá para dejar una gran función.


Y lo que no cabía allí:

Me ha costado más que nunca volver a la rutina después del verano. Una semana colgada de vacaciones en septiembre, y todos los intentos de volver a marcar el paso saltaron por los aires. A ver si esta vez es la buena. Ya tengo vistas un porrón de funciones, retrasadas ahí, en el maldito almacén de las cosas pendientes que a todos nos amarga la vida.

David Serrano tiene ahora mismo en cartel -me di cuenta hace poco, voy siempre muy por detrás de la realidad- Los universos paralelos, Cartas de amor y el musical sobre Billy Elliot. Estoy deseando ver este último, porque es una buena prueba de la versatilidad de cualquiera dirigir texto-texto (como creo que ha hecho hasta hora) y pegar un salto de género de este calibre. (Nota posterior: ya vi Billy Elliot, la crítica sale el viernes)

Les dejo primero los enlaces a funciones anteriores de Serrano: La venus de las pieles, Lluvia constante, Buena gente. Es evidente no sólo la vista para elegirlos, sino también que le gustan las historias con... no quiero decir moraleja, que queda simplón, digamos conclusión moral. Las cuatro plantean conflictos morales que atacan directamente a los principios básicos y de las cuatro sale uno preguntándose qué hubiera hecho en la mismas. La Venus roza incluso el territorio de la fábula moral.

Que repita con Lindsay-Abare es comprensible, porque Serrano es, sobre todo, director de actores, y -como decía en la crítica en papel- estos textos lo libran todo a la capacidad de interpretación de lo que no se dice. Cuando esta familia (la pareja que ha perdido a su hijo; la madre y la hermana de ella) habla de los regalos de cumpleaños o de la bronca en el supermercado, no están hablando de eso, están hablado de la ausencia, del dolor y, sobre todo, están haciendo esfuerzos enormes por salvar lo que queda, por seguir queriéndose a base de evitar todas las trampas de las responsabilidades posibles -"si yo no hubiera...", "si tú no hubieras..."- y de los resquemores que, a falta de diana, pueden estrellarse contra quien esté más cerca. La madre es una mujer rota por el dolor, pero no es sólo eso: es una mujer rota por el dolor que quiere seguir adelante y que va a esforzarse por seguir. Ahí tienen a la madre cuyos dos hijos asesinó su marido hace unos meses, asistiendo hace unas semanas a la sesión del Congreso que cambió la normativa para extender la protección social a casos como el suyo. Hay que tener cuajo, ¿eh? Como decían los de Aquarius, el ser humano es formidable.

Tampoco la madre que compone la Alterio está dispuesta a que sólo sea el dolor lo que gobierne el resto de su vida. En una escena memorable, pregunta a su madre -que perdió un hijo también- qué le espera, para que le ilumine el camino que va a tener que recorrer.

Sólo cité a la Alterio y sé por experiencia que las omisiones en las críticas suelen interpretarse como censura o con aquel famoso "es que le tiene manía a Fulano". Olvidando que el demonio jefe de la prensa es el espacio disponible. Para citar a Carmen Balagué tienes que dejar de recordar al espectador los antecedentes del director, y así con todo. Grao, que tiene recursos para llenar un escenario, está estupenda y acertadamente discreto, con un perfil estudiado para dejar espacio a la Alterio, lo que creo que se elogia en los futbolistas -no me hagan ni caso si hablo de fútbol, que no tengo ni idea- cuando pasan el balón generosamente para que el gol lo meta el compañero mejor situado. Carmen Balagué (a quien yo pondría a hacer ¿Qué fue de Baby Jane? con Lola Casamayor, pero yo no soy director de escena) está como dibujada para el papel. Ya les decia en la Guía que fui al estreno, algo que es siempre un error (por muchos motivos que ya les contaré otro día) y ella estaba algo despistada, dio la sensación de que se le iba la pinza en un par de momentos, pero no me cabe duda de que su composición final va a ser memorable, y así me lo confirman varios espectadores de representaciones posteriores.

Otra sensación que me confirman varios amigos es que no deben fiarse de la primera impresión que produce el personaje de Belén Cuesta, que en sus frases iniciales parece estereotipada, un poco en caricatura de la hermana locatis. De eso nada, monadas. Va creciendo en cada intervención y se monta un personaje con rango de persona, un tipo de persona que todos hemos conocido alguna vez y de cuya veracidad no queda la menor incertidumbre mediada la función. Escamilla tiene un papel corto que hace como debe. Ya es mucho no desentonar en medio de los otros cuatro. Es un papel maravillosamente escrito, con la reacción esperable -bienintencionada pero lejos de la comprensión cabal de la hondura de lo ocurrido- en alguien de esa edad. 

"Economía de los sentimientos" decía en la Guía, y creo que debí titular así, porque de eso va todo. Los cinco personajes calculan constantemente qué deben y no deben sentir, qué deben y no deben dejar salir al exterior -e incluso dejar entrar en el círculo interior de las cosas de las que somos plenamente conscientes- para salvar lo fundamental, para conseguir salir de la catástrofe con la nervadura central de la personalidad en estado capaz de seguir manteniéndolos en pie. La escena final, en la que la pareja prevé lo que ocurrirá al día siguiente, cuando por fin se encuentren de nuevo con los amigos a los que no ven desde la tragedia, está magistralmente escrita e interpretada.
P.J.L. Domínguez
          

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